La mayor "vergüenza" en la historia de MasterChef: "Ha sido un despropósito" (2024)

"Vergüenza", "vergüenza" y más "vergüenza". Esta fue la palabra más repetida anoche en MasterChef 12. Recordaba a aquella escena de Juego de Tronos en la que Cercei Lannister se tiene que someter al escarnio del pueblo. "¡Shame!", les faltó anoche gritar a los jueces de MasterChef, porque lo del escarnio sí que estuvo. Tanto, que pocas veces se ha visto a los tres jueces unidos tan convencidos por una misma causa: la vergüenza.

Ahora bien, aunque es innegable que la prueba de exteriores fue un "despropósito mayúsculo", como dijo Jordi Cruz, también es verdad que si se llegó a "la mayor vergüenza" vivida "en los 12 años de Masterchef" no fue todo culpa de los aspirantes, sino de las trabas que el propio programa les puso. De hecho, dio la sensación y así lo describieron algunos de los aspirantes, como fue Celeste, que todo se vino abajo cuando los jueces decidieron empezar a quitar de las cocinas a miembros del equipo. Hasta tal punto que hubo un instante en el que el equipo rojo no tenía a nadie cocinando. Si no se quiere un desastre, que no se provoque el desastre, ¿no?

No fue una noche fácil para los aspirantes. En la primera prueba de la noche, MasterChef tiró de emoción y de karma. Empezaron pidiendo a los aspirantes que hicieran las cestas de la compra de alguno de sus compañeros. El que es bueno, lo es hasta para esto; el que es malo no tiene remedio. La "zorra marchita", es decir, Samya, hizo lo que todos esperaban que hicieran. Le tocó preparar la cesta de Alberto y fue a por él con todo el equipo. Una oreja, un tomate, unas algas y un chorizo. Maravillosa cesta siempre y cuando esa hubiera sido la cesta que se quedaría Alberto. Pero en MasterChef nunca sabes lo que te deparará el futuro. Y esta vez el futuro no iba a dejar las cestas elegidas en sus previsibles dueños.

Realmente, hubo otros aspirantes, como Pulga, Pilar o Celeste, que prefirieron jugar cocinando sin putear al de al lado. El karma se lo devolvió con creces, pues en un giro inesperado aquellas cestas que prepararon para alguno de sus compañeros pasaron a ser sus cestas propias con las que tendrían que preparar nueve tapas utilizando técnicas de cocina de conservación. Dícese, marinado, adobado, etc. La peor cesta, por supuesto, la de Samya.

Pero anoche eso daba igual, pues llegó la noche en la que MasterChef permite a los aspirantes cocinar con sus familias. María, con su abuela; Pilar, con su marido y sus seis hijos -esta mujer tiene ganado el cielo-; Samya, con su marido; Gonzalo, con su hija; Alberto, con su novia; Pulga, con su mujer; y Ángela, con su novia. No iba a ser la única sorpresa de la noche. Pepe Rodríguez también se topó de frente con los giros de guion de MasterChef. Era Jordi Cruz el que iba a cocinar con la cesta que le había preparado Pepe Rodríguez, pero fue finalmente Pepe el que cocinó y con familiar incluido: su hijo.

Su hijo que se convirtió en cuestión de segundos en lo más comentado de las redes sociales. Que si es clavadito a Eduard Cullen, protagonista vampírico de Crepúsculo; que si menudo descubrimiento... Vamos, que el hijo de Pepe Rodríguez se convirtió en la nueva fascinación de MasterChef.

El límite de MasterChef

Y como suele ocurrir cuandos se junta cocina y emociones, el resultado fue el que fue y la valoración también. Esta es, de todas las valoraciones que se hacen en MasterChef, probablemente la más agradable, pues los jueces no machacan ni hacen sangre con los aspirantes. Para eso ya iba a venir la de exteriores. Estaba en juego el delantal dorado o un viaje a Madeira. La mejor fue María, que pese a la emoción de cocinar con su abuela, sacó nueve tapas más que comestibles. Y, por supuesto, eligió lo que más oportunidades de continuar en MasterChef le iba a dar: el delantal dorado y para Pilar el viaje a Madeira.

Todo parecía un paseo entre las nubes, un camino de baldosas amarillas, la felicidad y el amor estaba en el aire hasta que... hasta que llegó la prueba de exteriores, los nervios, los límites de los aspirantes y... el puteo de MasterChef, sobre todo, el puteo de MasterChef.

MasterChef se trasladó hasta Cartagena -una ciudad que ha acogido la fiesta de la gastronomía y la entrega de los Soles Repsol- para que los aspirantes cocinasen para 50 de los mejores chefs de España y para 10 miembros de la diputación de Murcia. Hasta aquí, todo como siempre, o casi. Pregunta, ¿por qué si se desplazan a Murcia el chef encargado del menú que tendrían que cocinar los aspirantes no era de la zona con productos de la zona como suele ser lo habitual? Haberlos, haylos, y bastantes, pero no se sabe muy bien por qué en esta ocasión se decidió que fueran las chefs Fina Puideval y sus hijas, Martina y Carlota Puigvert las responsables de los platos que tendrían que cocinar. Supongo que el tema de los Soles Repsol tiene mucho que ver, pero raro quedó un rato.

El caso es que los platos que prepararon las tres chefs no eran nada sencillos. Tampoco lo fue la preparación de los equipos. Pilar y María fueron elegidas capitanas y los jueces de MasterChef dieron la opción a los aspirantes a que se fueran con quien querían. Solo Celeste y Samya se fueron con Pilar. Primer golpe de la prueba directo al equipo azul, al de Pilar, que tuvo que integrar a Gonzalo por la descompensación de fuerzas.

Nada empezó bien. MasterChef advirtió a cada cocina que por cada fallo que los jueces encontrasen durante el cocina se les quitaría uno de los tres soles con los que comenzaban la prueba y que ello llevaría consigo un castigo. No fueron los soles, fue la complicación del menú y, después, sí, los castigos, que enseñar no enseñaban nada, pero putear puteaban un rato.

El primer equipo al que quitaron el primer sol fue al de Pilar por haber metido en la nevera la panceta y la morcilla blanca. Tuvo que elegir a un miembro de su equipo para que estuviera 10 minutos fuera de la cocina. Eligió a Samya, con su cabreo correspondiente. Al equipo de María tampoco tardaron mucho en quitarle el primer sol. Alberto fuera. Pero lo peor vino después.

Que Celeste, que anoche en la prueba de exteriores de MasterChef estaba especialmente toca narices, cortase mal las peras para la tatine de pato supuso quitarle otro sol a su equipo y tres de sus miembros fuera. Se quedó solo Pilar. A María, por no tener ni un plato medio preparado, dos soles fuera y todo el equipo 10 minutos sin cocinar. Nunca había ocurrido esto en MasterChef. Consecuencia: a partir de aquí todo fue un terrible desastre que se tradujo en platos mal elaborados y en el milagro de las Puideval, pues si ellas no llegan a meterse en cocinas... No sale ni el pan.

Lo nunca vivido en MasterChef

Sin embargo, debió ser peor de lo que se vio desde casa, pues pocas veces se ha visto una bronca tan monumental como la que se vio anoche en MasterChef. "Ha sido una de las pruebas por equipo que más vergüenza en pasado en los 12 años d eMasterChef. ¿Me habéis oído? Estoy muy decepcionada", fueron las letales palabras de Samantha Vallejo-Nágera que abrió el melón de la gran bronca.

"Lo de decepción se queda un poquito corto. Frustración, cabreo, enfado, mosqueo... ¡Qué manera de hacer el tonto! Se me cae la cara de vergüenza", continuó Jordi Cruz más que enfadado. "Hemos empezado despistados, pero lo que ha seguido ha sido de bochorno. No nos hemos enterado de nada. Procesos que eran bastantes nítidos y ha sido un despropósito", sentenció entre las lágrimas de Pilar y de Celeste. "He intentado pensar en qué ha salido bien en esta prueba y no me sale nada. Todo mal", concluyó o, al menos, eso parecía.

"Desastre monumental", continuó para dar paso a Pepe Rodríguez y su valoración del equipo rojo. "María, ¿qué te pasa ahora por la cabeza?", le preguntó a la capitana. "Pues me siento bastante avergonzada". "Hacía mucho tiempo que no veía en una cocina tanto desastre como el que hemos vivido hoy", afirmó Pepe Rodríguez. "El postre ha salido porque Fina ha traído la flor sino sacamos aquello que no sabemos lo que es; la elaboración de la cebolla ha sido dantesca... Hay algo que me duele aún más que es que me decías que lo tenías todo. ¿Todo? Digo, 'me vacilan'. Es de vergüenza. Por muchas vueltas que le hemos dado sentimos que todos os merecéis que todos tenéis que ir a las cocinas vestidos de negro", concluyó. Todos a eliminación. De cabeza.

El regreso a las cocinas, aunque se había bajado la intensidad, no arregló el desastre. Jordi Cruz volvió al ataque: "Espero que hayáis podido meditar porque vaya bochorno nos hicisteis pasar. Nosotros decepcionados, ¿y vosotros?".

Llegaba el turno de la prueba de eliminación. Contaban con 45 minutos para hacer pasta fresca, darle el formado (agnolotti, tortellini, cappellacci o cappelletti), rellenarla, cocinarla y aderezarla con una salsa. La pasta fresca debía tener sabor a remolacha, azafrán, espinacas o tinta de calamar. No lo lograron ni Alberto, que no hizo salsa y le faltó cocción; Gonzalo, que no midió bien las proporciones; Pilar, que hizo un "pegote de masa"; y tampoco gustaron los de Celeste, ni María.

Y se fue la "mamma", se fue Pilar, la mujer que entró en MasterChef para cumplir el sueño que nunca pudo poner en marcha por ser mamá y dedicarse a su familia. No fue una noche fácil en MasterChef.

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