Los últimos secretos del Quest, el barco que vio morir a Shackleton en su cuarta expedición a la Antártida (2024)

Mónica Arrizabalaga

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13/06/2024
Actualizado 14/06/2024 a las 09:42h.

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A 390 metros de profundidad frente a las costas de Terranova y Labrador, una expedición de la Real Sociedad Geográfica Canadiense (RCGS) ha descubierto los restos del Quest, el barco en el que Sir Ernest Shackleton (1874-1922) emprendió su última expedición antártica y en el que el mítico aventurero murió el 5 de enero de 1922, a los 47 años. «Cuando el vapor Quest se hallaba a la altura de la estación de Gritvichen (Grytviken, Georgia del Sur), en el que viajaba Shackleton al frente de la expedición al Polo Sur, el conocido explorador falleció repentinamente a consecuencia de una angina de pecho», narró hace más de un siglo este periódico, Un defecto congénito conocido como 'agujero en el corazón' logró lo que no consiguió el frío durante su famosa epopeya de dos años y medio por la Antártida

Siete años atrás, Shackleton había emprendido la arriesgada aventura de cruzar a pie el continente más austral de la Tierra, pero sus propósitos se fueron a pique con el hundimiento del Endurance en el infierno blanco. Las gélidas aguas del mar de Weddell engulleron el barco en noviembre de 1915, empujando a su tripulación a una lucha por su supervivencia que pasó a la historia. Milagrosamente, todos se salvaron, gracias al arrojo y la férrea determinación de Shackleton. En la carrera hacia el Polo Sur, en la que destacaron por méritos propios Robert Falcon Scott, Roald Amundsen y el propio Shackleton, este último sobresalió por esa gran hazaña en la que mostró sus dotes de liderazgo. «Si quieres montar una expedición científica, cuenta con Scott. Si lo que deseas es un raid por el hielo, Amundsen es tu hombre. Pero si estás desesperado, ten a Shackleton cerca», decía el aventurero Sebastián Álvaro, que siguió sus pasos hace una década por las Georgias del Sur.

John Geiger, director ejecutivo de la Real Sociedad Geográfica Canadiense y líder de la expedición 'Shackleton Quest' que ha dado con los restos históricos de su último barco también remarca la capacidad del explorador británico para gestionar momentos difíciles. «Shackleton era conocido por su valentía y brillantez como líder en crisis. La trágica ironía es que la suya fue la única muerte que tuvo lugar en cualquiera de los barcos bajo su mando directo», subraya en una nota del RCGS.

La búsqueda del Quest es, a su juicio, «uno de los capítulos finales de la extraordinaria historia de sir Ernest Shackleton». Se produce, además, solo dos años después del descubrimiento del Endurance en la Antártida y cuando se cumplen 150 años del nacimiento del explorador británico.

Antes de su partida, un equipo internacional de expertos investigó en registros y mapas y comparó los datos históricos con moderna tecnología para acotar una zona en función de las corrientes, las condiciones climáticas y otros factores. No se equivocaron. A los cinco días de que comenzara la expedición, los equipo de sonar operados por especialistas del Instituto Marino de la Memorial University detectaron los restos del Quest en el entorno donde creían que podía yacer desde los años 60.

«Puedo confirmar definitivamente que hemos encontrado los restos del Quest. Está intacto. Los datos de las imágenes de sonar de barrido lateral de alta resolución corresponden exactamente con las dimensiones y características estructurales conocidas de este barco especial. También es coherente con los acontecimientos ocurridos en el momento del hundimiento», afirmó el director de la búsqueda, David Mearns, conocido rastreador de naufragios, en el comunicado de la RCGS.

Mearns mostró ayer en rueda de prensa imágenes de sonar del pecio en posición vertical sobre su quilla y ligeramente inclinado hacia babor, con su mástil principal en el lecho marino.

Está previsto que otra expedición regrese al lugar este año para fotografiar y posteriormente documentar el naufragio.

Para Alexandra Shackleton, nieta del explorador y copatrocinadora de la expedición, se ha cumplido un «sueño» porque el descubrimiento del Quest representa «la parte importante del rompecabezas para armar el legado físico de Shackleton», recoge la RCGS en un comunicado.

«Mi abuelo, sir Ernest Shackleton, había comprado el Quest con la intención de liderar una expedición al Ártico canadiense. Quizás sea apropiado que el barco haya terminado su histórico servicio en aguas canadienses. Durante mucho tiempo he esperado este día y estoy agradecida a quienes han hecho este increíble descubrimiento», declaró.

En el equipo de expedición se encontraba Jan Chojecki, autor del libro 'The Quest Chronicle' (2022) y nieto de John Quiller Rowett, el filántropo que financió el cuarto y último viaje de Shackleton a la Antártida. También lo integraba el noruego Tore Topp, cuya familia fue dueña de este barco construido en Noruega, desde 1923 a 1962.

Tras la muerte del explorador, el barco volvió a ser propiedad noruega y, como explica Geir Klover, director del Museo Fram, «continuó haciendo historia mucho después de Shackleton, incluidos trabajos exploratorios y espectaculares misiones de rescate en el Ártico». Participó en la Expedición de la Ruta Aérea Británica del Ártico (1930-31) dirigida por el británico Gino Watkins (fallecido a los 25 años mientras exploraba Groenlandia) y sirvió en la Marina Real Canadiense como dragaminas durante la Segunda Guerra Mundial. Después reanudó su actividad de caza de focas y el 5 de mayo de 1962 se hundió frente a la costa de Terranova y Labrador tras resultar dañado por el hielo. Toda la tripulación noruega sobrevivió.

Siguiendo los deseos de Shackleton, el explorador fue sepultado en la isla de San Pedro, también conocida como Georgia del Sur. Según relató ABC en 1922 citando a parientes y amigos íntimos del explorador, «varias veces habló de que quería reposar en la puerta del Antártico, escenario de sus mayores hazañas». El periódico recordaba que allí fue donde Shackleton obtuvo ayuda para salvar a sus camaradas que quedaron en la isla del Elefante, después de la pérdida del Endurance y de que él y otros dos compañeros recorrieran 800 millas en un pequeño bote antes de llegar exhaustos.